Es curioso como cualquier pequeña cosa puede alterar la
historia. Una tarea programada en un ordenador puede alterarlo todo y a todos.
Eso es justamente lo que pasó aquel 3 de abril de 2034, cuando una subrutina
programada 30.000 años atrás fue activada por un sistema de almacenamiento de
energía.
Pero para entender mejor lo que ocurría, antes daremos una
pequeña lección de lo poco que obtuvimos de las unidades de datos.
Hace 30.000 años, una raza alienígena desconocida lanzó una
serie de naves exploradoras automáticas de espacio profundo. Estas naves
estaban diseñadas para alcanzar velocidades superlumínicas usando un
dispositivo llamado “impulsor de deformación”, que permitía abrir una ventana a
un… aquí la física se vuelve demasiado complicada, así que dejémoslo en abren
una ventana a un lugar en que las leyes físicas son diferentes a las de nuestro
universo y en el que el “limitador de velocidad” que es c, o sea, la velocidad
de la luz, no existe, llamamos a ese lugar, dimensión o como quieran llamarlo, hiperespacio.
Pero usar los impulsores de deformación consume gran
cantidad de energía, así que los constructores equiparon a las naves con unos
gigantescos reactores nucleares de fusión.
Así que los constructores comenzaron a lanzar sondas, el
primer encendido debía ser alimentado por un gran generador de dimensiones
titánicas ubicado en su planeta natal, pero a partir de ese momento las sondas
eran autónomas, a no ser que sus sistemas para abastecerse a partir de las
atmósferas planetarias (realizaban una pasada por la atmósfera y gran colector
extraía de ella materiales o recursos) fallara.
Eso es lo único que sabemos de las sondas y sus
constructores… Ahora, después de tener una base, podremos comprender mejor lo
que pasó ese 3 de abril.
Una sonda que venía rumbo al Sistema Solar, se quedó varada
a 6 años luz, creemos que llevaba largo tiempo viajando y su impulsor se
sobrecargó. El caso es que su reactor nuclear llegó a su punto de no retorno,
su reserva de hidrógeno se agotó. Creemos que previendo esto, la sonda se situó
bastante cerca de la Estrella de Barnard como para poder aprovechar su luz por
el sistema de energía de emergencia: paneles solares. Así, las baterías
estuvieron almacenando energía hasta tener suficiente para realizar el salto a
la órbita Solar.
Se cree que tras 30000 años de exposición a la radiación
cósmica, los sistemas de navegación quedaron un poco tocados. Cuando la nave
saltó, apareció 6 días más tarde sobre las costas del Mar de Aral.
“Sí, yo estaba ahí, con mi familia. Vimos una luz demasiado
intensa para mirarla fijamente unos 1000 metros por encima del agua, de ella
salió una extraña cosa, su forma recordaba vagamente a una abeja y tendría 40
metros de largo. Inmediatamente comenzó a subir y a subir hasta que la perdimos
de vista.”
En el mismo instante en que esa cosa apareció, los sistemas
de defensa antiaérea de todo el mundo entraron en alerta, misiles fueron
lanzados desde todos los países con capacidad de defensa nuclear.
Ante la gravedad de la situación, el gobierno de los Estados
Unidos llegó a solicitar el disparo de misiles y láseres desde las estaciones
de defensa ruso-europeas Polyus-2.
Al final fueron los disparos de una de estas estaciones, la
Columbus para ser exactos, la que destruyó la sonda a 60000 kilómetros de la
tierra, pero antes de ser destruida, la sonda había accionado sus impulsores de
deformación gracias a los recursos que obtuvo de la atmósfera terrestre,
abriendo una ventana al hiperespacio.
Uno de los pocos fragmentos de la sonda que pudieron ser
recuperados era un pequeño impulsor de deformación con su sistema de control.
Al parecer, debido a un conflicto que mantenía esta especie con unos “vecinos”,
todas las naves con capacidad de abrir ventanas de hiperespacio, debían
cerrarlas luego, pues la naturaleza de las mismas hacía que tendieran a
permanecer abiertas durante largo tiempo.
Pero esta nave, al ser destruida antes de entrar al
hiperespacio, dejó la ventana abierta… Y así es como la entrada se formó, hace
ya siete años.
Desde que la entrada está abierta, muchos países intentaron
lanzar sondas a través de ella, para explorar el otro lado, pero la mayoría
salían de la entrada demasiado dañadas por la radiación y solo conseguían
transmitir durante unos pocos segundos… La única cosa que sabíamos de la otra entrada
es que se encuentra a unos 4-5 días de viaje, pero desconocemos donde se
encuentra, ni la velocidad que se alcanza dentro de la misma…
Eso cambió el día que la sonda Chino-Canadiense 金龍 (Jīnlóng)
o dragón de oro fue lanzada. Tenía un blindaje electromagnético alimentado por
un reactor nuclear Zaryá-3 comprado a Rusia. Todos sus sistemas estuvieron
intactos durante el viaje y al llegar al otro lado, la sonda pudo determinar de
manera precisa su localización.
Como algunos pensaban, la siguiente parada en la ruta de la
nave era el sistema estelar Gliese 667, situado a tan “solo” 24 años luz de la
tierra. La Jīnlóng se colocó así en
órbita de la Estrella Gliese 667 C.
No fue difícil el lanzamiento de la primera misión tripulada
a Gliese 667, hace ya 4 meses, cuyo objetivo era investigar los tres planetas
posiblemente habitables del sistema. Los resultados fueron muy alentadores: uno
de los tres planetas contenía oxígeno en su atmósfera y una floreciente vida
vegetal aunque no animal, el segundo planeta tenía un clima glacial aunque
albergaba bastante vida marina. El tercer planeta, Hades, es como su propio
nombre indica, un infierno, con temperaturas de 3000 grados y una feroz
actividad volcánica debido a la presencia de una luna muy grande que causa enormes
efectos de marea…
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